viernes, 19 de septiembre de 2014

Daniel Urresti y Hugo Bustíos

Por: Ricardo Valdés

El general Daniel Urresti ha reconocido haber sido el ‘Capitán Arturo’ y haber tenido el puesto de S2 en Castropampa, Ayacucho, cuando militares de su base cometieron el espantoso crimen del periodista Hugo Bustíos. El presidente Ollanta Humala cometió un grave error al decidir correr el riesgo político de nombrarlo ministro del Interior, pues es procesado por homicidio mediato (y no solo denunciado, como afirma el propio ministro).

De ser encontrado culpable, se probaría que el señor Urresti estuvo al tanto o posiblemente contribuyó con la operación que terminó con la muerte del periodista. Ahora, ¿qué hace un S2? Se encarga de las labores de inteligencia y contrainteligencia en una base militar. Es decir, sigue de cerca los acontecimientos que suponen por lo  menos un mínimo riesgo para la seguridad y coordina lo necesario para mitigar ese riesgo. Como bien dijo Carlos Tapia en un artículo publicado en el diario “Perú 21” en julio, “el oficial S2 de una unidad militar es el responsable del área de Inteligencia [... es quien] definía a quiénes deberían capturarse o eliminarse por sospechosos de colaborar con Sendero Luminoso. Nada de esto se hacía sin su consentimiento”.

En ese sentido, que el ‘Capitán Arturo’ haya tenido el rol del S2 hace imposible que un acontecimiento de la relevancia de la ejecución del corresponsal de la revista “Caretas” y representante de los periodistas en Ayacucho no fuera de su conocimiento. El S2 no veía temas de logística, como nos quiere hacer creer el ministro. De hecho, ese rol le corresponde a un cargo distinto (el S4). En esa misma línea, Gustavo Gorriti afirmó en su columna de “Caretas”, al referirse a uno de los autores materiales: “No había forma de que el S2 Urresti no se enterara de lo que aquel hacía, ni de quiénes ordenaron y perpetraron el asesinato”.

Si Urresti es culpable o no, eso le corresponde a los tribunales decidirlo. En todo caso, ahora ya conocemos qué tan cierto es el apego a la verdad que tiene el ministro Urresti (y conocemos también su predilección por los explosivos al sugerir soluciones para acabar con el objetivo, como ha mostrado con sus propuestas para dinamitar, entre otras cosas, pistas de aterrizaje, vehículos que trasladan insumos químicos y dragas).

Del mismo modo, hemos escuchado ya su deseo de “patear las cabezas de los delincuentes”, deseo que, al pasar por encima de la presunción de inocencia, llama particularmente la atención viniendo de quien pide esta presunción para él mismo. El maltrato hacia los periodistas, la prepotencia en sus intervenciones, el afán de tener todo bajo control, la omnipotencia en sus gestos y su postura son características que vienen trazando un perfil que, suponemos, el fiscal a cargo de su proceso tomará en cuenta para decidir si coincide con el perfil o no de quien dio la orden, participó o consintió el asesinato de Bustíos.

Se ha planteado la interpelación al ministro. En el Congreso de la República existen ex miembros de las Fuerzas Armadas y policiales que conocen perfectamente el rol que le correspondía a un S2 durante la década de 1980. Esos congresistas, de diversas bancadas, tienen ahora un compromiso con su investidura: liderar la interpelación. Son ellos quienes deberán demostrar que para defender la democracia no es necesario manchar con sangre inocente el uniforme. Frente a este problema de fondo, lo de las cifras, las  medias verdades, el yeso y la coca, pasa a un segundo plano.

Publicado en El Comercio el 19 de setiembre del 2014.

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