miércoles, 30 de julio de 2014

SUGERENCIAS PARA UNA POLÍTICA DE SEGURIDAD


Por: Gino Costa

La marea criminal amenaza con convertirse en una severa crisis de seguridad. El Grupo Gobernabilidad Democrática y Seguridad Ciudadana, del que formo parte, ha solicitado al presidente de la República que en su mensaje a la nación de hoy exponga el estado veraz de la situación y diga cómo piensa enfrentarla.

Aunque la situación es grave, estamos a tiempo de revertirla. Aquí algunas de las líneas de política que consideramos el país necesita con urgencia.

Primero, un Ministerio del Interior que dirija y coordine la política pública y articule, en los tres niveles de gobierno, a las instituciones involucradas en la prevención y persecución del delito. El marco para ello es el alicaído y casi abandonado Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (Conasec), cuya secretaría técnica debe ser el pulmón del sistema y el Plan 2013-2018, su hoja de ruta. Ojalá que el gobierno reactive el consejo, profesionalice su secretaría y ponga en práctica el plan.

Interior también es responsable de dirigir y supervisar la institución policial, y de brindar a sus efectivos las mejores condiciones de bienestar y trabajo. Para hacerlo requiere dotarse de un plantel gerencial de primer nivel que asegure una gestión moderna y un buen y oportuno uso de los recursos. Urge que lo haga y para ello podría recurrir a Servir, como lo ha hecho con éxito el INPE.

Segundo, una policía profesional a tiempo completo y no el epítome de informalidad que es hoy. Así lo propuso el Plan 2013-2018 y el ex ministro Walter Albán anunció que ya contaba con los recursos, pero a los pocos días perdió el puesto. Urge que el gobierno diseñe una estrategia para restablecer la exclusividad del servicio policial en el plazo más corto, pues no hay país serio en el mundo con una policía a medio tiempo.

Este esfuerzo debe ir acompañado por un plan de lucha contra la corrupción policial.

Tercero, una estrategia contra el crimen organizado, con una instancia nacional de dirección. Sin descuidar la lucha contra remanentes del terrorismo, el narcotráfico y la minería ilegal, tres deberían ser sus prioridades: construir la institucionalidad necesaria para poner en práctica la Ley 30077, incluyendo el fortalecimiento de la inteligencia policial, acabar con las extorsiones y el sicariato, y frenar el lavado de activos.

Cuarto, un plan contra la delincuencia callejera, que, además de los grupos de inteligencia operativa que se han creado, contemple la desarticulación de los mercados de bienes robados (celulares, computadoras, partes de autos y vehículos), así como el fortalecimiento de la vigilancia y patrullaje de los serenazgos municipales con apoyo policial.

Quinto, un incremento significativo de la capacidad de albergue del sistema penitenciario, junto con el desarrollo de una oferta de medidas alternativas a la privación de libertad, que incluyan los grilletes electrónicos y la justicia restaurativa para tratar en libertad a los delincuentes primarios y no violentos. Es imprescindible reducir la actual sobrepoblación para que las cárceles sean de verdad centros de reeducación y no de reproducción de la violencia.

Publicado en "El Comercio" el 28 de julio del 2014

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