Por: Fernando Rospigliosi
Nuevamente
el presidente Ollanta Humala desperdició una oportunidad para proponer una
política de seguridad ciudadana que responda a la demanda de lo que sigue
siendo la mayor preocupación de los peruanos. Los seis minutos que dedicó al
tema los gastó básicamente en cifras fantasiosas sobre los supuestos logros
alcanzados y sobre los maravillosos resultados que vendrán a consecuencia de
nuevas adquisiciones de patrulleros y helicópteros.
No hubo, por supuesto, ninguna autocrítica sobre el fracaso de estos tres años, en los que los delitos han aumentado y los ciudadanos nos sentimos más inseguros.
Por el contrario, una absurda autocomplacencia que no ayuda a que el país
recobre la confianza en el Gobierno y las autoridades. El presidente habló con
orgullo que la “nueva estrategia viene dando buenos resultados”. Lástima que no
nos hayamos enterado ni de la nueva estrategia ni de los buenos resultados.
Las
cifras que presenta Ollanta Humala sobre los éxitos de su gobierno son
grotescas, ridículas. Por ejemplo, dijo que en el curso del último año, julio
del 2013 a julio del 2014, se habían detenido a 160.000 personas “por delitos
diversos”. Si se les ha apresado por delitos, son delincuentes que deberían
estar procesados en el sistema judicial y eventualmente encarcelados. Solo para
ellos se requeriría haber construido unos 80 penales en el último año.
Si
esa cifra fuera cierta, la policía debería haber detenido en promedio a 13.333
delincuentes cada mes, 3.077, cada semana, 438 cada día, todos y cada uno de
los días del año. ¡Y además, luego de haber detenido a 160.000 delincuentes
seguimos agobiados por la inseguridad ciudadana! ¿Cuántos cientos de miles más
faltan apresar para frenar la ola de inseguridad?
También
dijo que se han desarticulado 4.767 bandas delincuenciales, es decir, la
policía ha liquidado cada día a 13 organizaciones criminales. ¿Alguien puede
creerlo?
Hace tres días el ministro del Interior, Daniel Urresti, emitió un comunicado presentando las cifras de su gestión a un mes de asumir el cargo. Eran igual de absurdas y fantasiosas que las del presidente. Por ejemplo, dice que en un mes
decomisó 56 toneladas de droga (55.997 kilos). Según el último reporte de
Naciones Unidas y Devida, el Perú, principal productor y exportador de cocaína
del mundo, decomisó en todo el 2013, 24.1 toneladas de pasta básica y de
cocaína.
Así,
Urresti nos cuenta la historia que él en un mes incautó más del doble de droga
que en todo el año anterior.
Hace poco un grupo de ciudadanos emitimos un
pronunciamiento y demandamos a “las más altas autoridades sinceren las cifras
de la criminalidad en el Perú, en el nivel de calidad estadística en que se
encuentren y se deje de estar festinando porcentajes y números inventados para cada ocasión”.
(http://www.gruposeguridadciudadanaperu.blogspot.com).
Eso es indispensable porque sin estadísticas precisas no se puede establecer una verdadera política de seguridad ciudadana, fijar prioridades y metas en el tiempo. Desgraciadamente no hemos sido escuchados y estamos nuevamente ante una retahíla de cifras absurdamente adulteradas.
Eso es indispensable porque sin estadísticas precisas no se puede establecer una verdadera política de seguridad ciudadana, fijar prioridades y metas en el tiempo. Desgraciadamente no hemos sido escuchados y estamos nuevamente ante una retahíla de cifras absurdamente adulteradas.
El presidente ni siquiera mencionó lo que es un tema básico para mejorar la eficiencia policial, cambiar el trabajo a medio tiempo (24 por 24) por trabajo
a tiempo completo. Hace solo dos meses, esa era una piedra angular de la
propuesta del gobierno y el entonces ministro Walter Albán prometió que en
julio habrían 33.776 policías que trabajarían a tiempo completo.
Esta
es una prueba palpable que no existe ni por asomo una política del gobierno en
este tema. Lo que para el anterior ministro era un asunto fundamental, hoy
simplemente no existe.
En síntesis, se ingresa al cuarto año del gobierno con la misma orfandad de ideas y de políticas que al comienzo. La única diferencia es que ahora el presidente confía que la percepción mejorará con un ministro que dedica todo su tiempo a montar shows para la televisión. Pronto se dará cuenta de que eso tampoco sirve.
En síntesis, se ingresa al cuarto año del gobierno con la misma orfandad de ideas y de políticas que al comienzo. La única diferencia es que ahora el presidente confía que la percepción mejorará con un ministro que dedica todo su tiempo a montar shows para la televisión. Pronto se dará cuenta de que eso tampoco sirve.
Publicado en "El Comercio" el 29 de julio del 2014.
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