Editorial de Correo
La solución a los problemas de
seguridad pasa por hechos concretos: cero figuretismo, más eficacia. Esta es la
principal demanda de la gente en un país donde la delincuencia hace estragos en
la tranquilidad ciudadana.
En esta coyuntura de incertidumbre
apareció el ministro del Interior, Daniel Urresti, quien apelando a sus
explosivas apariciones televisivas insinuó tener la solución a todos los
problemas y de paso le hizo subir unos puntitos de popularidad al presidente
Ollanta Humala.
Sin embargo, ser impulsivo y mediático
le ha traído algunos problemas. Ya lo dijo el exministro Fernando Rospigliosi,
quien catalogó a Urresti de sensacionalista y mentiroso por haber hecho un
aparatoso operativo en el que anunció que se había encontrado un gran
cargamento de cocaína en la camioneta de un candidato fujimorista en Barranca,
cuando en realidad solo se había hallado 138 kilogramos de yeso.
En la lucha contra la delincuencia, es
necesario el perfil bajo, el secreto, el silencio, para sorprender a los malos.
Se requiere menos posturas circenses y más golpes certeros, porque si no
continuarán los robos a mano armada, se multiplicarán los asesinatos y habrá
escasos espacios para el sosiego. El show no siempre es bueno, aunque la mayoría
lo aplauda. No en vano el 49% aprueba a Urresti.
Al ministro del Interior lo quieren por
intentar poner el pecho en tiempos de zozobra. Ojalá no pierda su popularidad
con hechos donde hay más dudas que certezas.
Publicado el 4 de setiembre del 2014
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