martes, 9 de diciembre de 2014

A propósito de la formación policial

Por: Gustavo Carrión Zavala 

Estimé pertinente dejar pasar algunos días, a partir de la afirmación que no se necesita policías muy preparados para  “perseguir carteristas” o que para ser policías no se necesita saber” física cuántica”. Intuía en estas afirmaciones una suerte de desprecio por la función policial y por lo que ella comporta. Desprecio que por otro lado, no resulta ser novedoso en interpretación de un militar. Recurriendo a los sucesos que tuvo que sufrir la policía en regímenes militares o militarizados, encontramos la decisión del llamado “gobierno revolucionario de las fuerzas armadas”,  que lideró Juan Velasco Alvarado, de disminuir el período de formación policial en el nivel de oficiales, a tres anos, quitándole la equivalencia de estudios superiores universitarios. Ante la reacción de los policías, tuvieron que modificar las leyes orgánicas que como decretos legislativos, habían sancionado para regir a las entonces fuerzas policiales. 

En el mismo periodo, se produjo un fuerte levantamiento policial (5 de febrero de 1975), que además de reclamar mejoras salariales, fue motivado por el maltrato (agresión física) que recibiera un cabo de la entonces guardia civil, por parte de un general del ejército de apellido Ibáñez, quien fungía de jefe de la casa militar de palacio de gobierno. Posteriormente, y durante el militarizado gobierno de Fujimori, se cerraron las escuelas de formación de la  policía provocando las distorsiones en el número de policías que se arrastra hasta la actualidad. Son algunos de los hechos, que nos permiten sostener el desprecio que siempre han tenido las autoridades militares respecto a la policía y a la función que cumplen.

Quisiéramos expresar brevemente en que se sustenta la función policial. La finalidad de la policía, no sólo la peruana, de todas las policías en el mundo, no es otra que la de mantener la indemnidad de las personas en su vida, bienes y en el ejercicio de libertades y derechos. En el caso peruano, la constitución tiene una inspiración “jus naturalista”, que reconoce a la persona humana derechos anteriores a la misma sociedad y al mismo estado, cuando en su artículo primero sostiene que  “la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad, es el fin supremo de la sociedad y del estado”. La persona tiene derechos inherentes a su calidad de ser humano, y el estado se organiza para protegerla. Una de las organizaciones generadas para así hacerlo, es precisamente la policía nacional, inspirada en la necesidad de promover la convivencia pacífica, asegurar el cumplimiento de las leyes y que las personas encuentren el medio propicio para desarrollarse. 

Resulta entonces que, el agente o funcionario de policía, tiene que estar profundamente identificado con la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad. Si sostenemos que para perseguir carteristas no se necesita mayor formación, estamos sin decirlo, sosteniendo que hemos retirado a ese carterista la condición de persona humana, y sólo estamos pretendiendo que se actúe en atención a la violación de la ley que está cometiendo y por ello, quién debe perseguirlo no debe detenerse en consideraciones interpretativas de la constitución, solamente debe emplear la coerción empleando para ello los medios contundentes necesarios.  Ahora sí podemos entender, la reacción poco sensata del policía que disparó en Cajamarca a un ciudadano que se resistía a un desalojo de la vivienda que ocupaba y que le ocasionara la muerte. Este policía, poco y mal preparado resulta absolutamente incompetente para defender a la persona humana y respetarle su dignidad.

Cuando se sostiene con ironía, que para ser policía no se necesita saber de física cuántica, tenemos que consentir que ello es verdad, no se necesita formar  a los policías en una rama alternativa a la física formal, que pretende explicar la totalidad de los eventos que puedan producirse a partir de la molécula, el átomo y cuyos estudios han permitido ser aplicados en técnicas médicas para mejorar la salud de las personas. Igualmente es cierto, que los físicos cuánticos no necesitan aprender técnicas policiales para defender a la persona humana en sus relaciones convivenciales. Pero es igualmente cierto, que los policías tienen que ser formados en el desarrollo de sensibilidades especiales, que le hagan comprender sin hesitación alguna, que lo de ellos es defender la vida de las personas, aún cuando algunas de ellas incurran en infracciones a la ley penal.

Nos hacemos cargo que la crispación popular, muchas veces exige mayor severidad frente a los delincuentes y que incluso esta crispación se revela en el hecho de haberse elegido en una ciudad del norte del país a un alcalde, que cuando estuvo en el activo de la policía, fue acusado de haber ejecutado extrajudicialmente a delincuentes, y que probablemente ello haya sido determinante, para que en su momento se le ascienda por acción distinguida. Si ese es el temperamento a seguir y las autoridades a cargo de la conducción de las políticas públicas de seguridad quieren satisfacer esta tendencia, tendríamos que sincerar la situación y abandonar el espíritu “jus naturalista”de la Constitución y declarar que solamente se respetara a la persona humana que no traiciona las leyes y que para todas las que si lo hagan, la coerción no tendrá miramientos ni limites y a los agentes y funcionarios de policía, no se les formará en el respeto de los valores que identifican a la función policial, que como ya se ha dicho, no son otros que la defensa de la vida de las personas, la protección de sus bienes y la garantía del ejercicio de sus libertades y derechos.

Se ha afirmado también, que seis semestres académicos para formar a un agente de policía, es un período exagerado y que en ningún otro país se insume tanto tiempo para formar policías. Estamos seguros que en otras realidades, las oposiciones que se fijan para acceder a los centros de formación policial, son escrupulosamente respetadas y que los bachilleratos o educación secundaria exigida, son de mayor calidad que la impartida en nuestro país, en donde se ha vuelto recurrente, no sólo bajar al mínimo la dificultad de las mediciones para el acceso a las escuelas de policía, sino que a pesar de esta disminución en la dificultad, siempre tiene que recurrirse a lo que ha venido a denominarse “ponderación de resultados”, que no es otro procedimiento, que el de aumentar las notas de los resultados finales, para lograr cubrir las vacantes declaradas.

Compadeciéndose con esta tendencia de aligerar la formación de policías, tratando de hacerlos lo mas coercitivos posible, se está desarrollando concursos para captar exclusivamente a licenciados de las fuerzas armadas. Está demás explicar, que los soldados están formados para eliminar al enemigo que pretenda afectar la soberanía nacional y que por ello su reacción tiene que ser totalmente agresiva, contrario al policía que debe ser formado en la ponderación y en el respeto a la vida. Resulta obvio, que a los licenciados que ingresen a la policía, su formación tendrá que ser mucho más extensa, pues primero hay que liberarlos de la agresividad que traen para en una segunda etapa, dotarlos de la sensibilidad a la que nos referíamos y que está vinculada a la defensa de la vida y a la búsqueda de la convivencia pacífica.


Terminamos estando de acuerdo con quién sostuvo que para ser policía no se necesita saber física cuántica, es verdad no necesitan saber física cuántica.

Publicado el 9 de diciembre del 2014 en el blog "Espacio Compartido"